Incorpórea
Entre aves oscurecidas por el cielo Vagabas, divagabas y soñabas, Negra y blanca entre el cuerpo y tu velo Eras aire que en mi silencio callabas. Y eras bruma y viento y sangre Roja como el vino, espesa como el alma Vivías muerta entre sueños y hambre Morías viva sin perder la calma. Y renaciste en mí, desde tus ojos Sujete tu mano mientras aún eras real, Una flor marchita entre el dolor de mis abrojos Una danzarina sin piernas en un sueño de cristal. Pero nunca estás aquí, producto de la imaginación Vives en un mundo fuera de esta realidad Mientras tu alma aún me acaricia el corazón Mientras tu voz se extingue en soledad.