Sensación
Caminando, por el trayecto del sol divagando, miraba al horizonte
cargando una duda, pensaba en la vida mientras me movía, con la sensación de
sostener una mano, mi mano formó amigable un abrazo, transitando las horas
amarrado en el viento, un suspiro acabó brevemente mi aliento, miré hacia el
cielo y hablando en voz baja, al oído de un nube hice llegar una pregunta: -Mensajera
de lo eterno, en tu breve paso por la bóveda azul, conocerás tal vez la cura de
mis males, a mi pregunta ruego contestes con verdad ¿Qué debo hacer con esta
sensación de soledad? Me veo carcomido poco a poco por ella y el alma que un
día llegase a ser una estrella, hoy no es más que un cristal roto que cada día
se abre más y más, dame una respuesta te lo pido por favor-
Pequeño muchacho que has
perturbado mi estancia en este cielo azul donde paseaba tranquila, una
respuesta a tu pregunta no mereces, pues egoísta eres,
creyéndote merecedor del amor de las mujeres has olvidado cultivar tus
dones y saberes; buscando lo que no hay en ti en alguien más, a ningún lado
llegarás, pero aun así si el sentimiento te avasalla y te ves triste, derrotado
en la batalla, comprensión encontrarás en quien hogar no tiene, en quien
deambula escondiéndose por cuidar su vida, en aquellos que roban de la basura
la comida, en las ratas, por la sociedad una criatura maldecida.
Marchose de pronto la nube sin más, dejando tormenta en su paso apurado, quería huir, ser feliz en otro lado, donde no la molestasen dudas vanas de mortales. La lluvia a su paso marcaba un camino, entre gotas y rayos seguí aquel sendero, calles sin nombres, rostros sin dueño, animales muertos y basura en el suelo; escuche por la esquina un sonido peculiar, lo seguí hasta un callejón sin salida, eran las ratas buscando comida, entre podredumbre y silencio encontraron su hogar, en los barrios donde era morir o matar, felices corrían por algo de cenar, vi a una inmóvil y con su mirada fija, asomando la cabeza, de la alcantarilla en la endija, esperando me acerque para poder charlar.
¿Qué pena te agobia humano
asustado?
¿Acaso mi consejo has venido
a buscar?
Tu pálido semblante me
deja asombrado,
pareces un muerto
logrando caminar.
-Pequeña ratita estás en lo correcto
de mi vida busco yo el
advenimiento
y al ser tú el animal más
perfecto
estoy seguro tendrás la cura
a mi lamento.
Han pasado mil lunas, nubes, estrellas
personas, caricias besos y
más
pero mi alma ha quedado
vacía y sin huellas
carne sin sabor que ni tú
comerás.
La soledad me persigue y aunque intento no verla
su presencia es mancha que
nubla mi mirar
la soledad me persigue y no
puedo acogerla
no hay salida en la vida que
pueda encontrar.
Entiendo tu pena, es común entre todos
soñando soñamos la luz
encontrar
corremos, robamos,
revolcamos en lodos
intentamos con todo el vacío
llenar.
Pero amigo comprende, no hay más solución,
debes solo buscar cualquier
tontería
llevarla a tu boca y sin
vacilación
tragarla esperando el fin de
la agonía.
Corrió entonces la rata huyendo por su vida, un gato la vio y empezó cacería, tan fácil la rata entonces moría, sin saber que su consejo seguiría, me fui entonces corriendo feliz, comprendiendo todo lo que había escuchado, el universo había conspirado, para darme un mensaje ¡Qué afortunado! Una vez en mi casa busqué y busqué, encontrando lo que tanto yo había anhelado, veneno para ratas del cielo enviado, banquete especial por las ratas soñado.
Al tomarlo sentí al instante un
alivio, la soledad se había ido con el malestar que apareció, el dolor físico,
las náuseas y la nariz sangrante eran un paraíso que nadie iba a imaginar, fui
libre un instante al deshacerme del peso, que cargaba conmigo desde hace tanto
ya, fui feliz también y sonreía agonizante, sabiendo que nunca una ambulancia
iba a llegar, caí en el suelo dejándome llevar, por la cálida muerte que me
miraba a los ojos, una cosa tan bella que empecé a llorar, al cerrar mis ojos
perdía la conciencia, ya no debería jamás despertar, sentí la violencia en mi
cuerpo muriendo, la bella sensación de la no salvación, poco a poco me iba
durmiendo, cobijado en el viento que no me iba a soltar, un beso en la frente y
adiós a todo, adiós a todo menos la soledad.
Tiempo después desperté aunque
no debería, mis ojos sellados por la oscuridad, manos y piernas atadas con
cadenas invisibles, la boca callada y la cabeza vacía, un cuerpo muerto en una
caja de 2 metros de largo, 70 centímetros de ancho y 60 centímetros de alto,
datos que me dijo la soledad, imaginaba el cielo y no debí soñar tan alto, pues
después de la vida no hay nada para quien se logra matar, no hay sonidos, no
hay colores, no hay olores, no hay vida, no hay muerte ni a quien amar, no hay
sensación que describa lo que ha de esperar, pero si alguien habría de ponerle
un nombre, yo la llamaría SOLEDAD.
Genial :3
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